jueves, 27 de agosto de 2009

Australia

Hoy, en el apartamento en el que paso estos días de vacaciones, he descubierto uno de estos ódradeks. Reparé en él mientras me secaba el cabello con la toalla. Es un ódradek de tamaño considerable. Se trata de un desconchado en el techo, justo encima de la bañera. Un desconchado cuyos perfiles recuerdan sorprendentemente a los de Australia. Resulta extraño pensar que todo un continente pueda flotar sobre nosotros, a unos centímetros de nuestras cabezas, cuando nos damos una sencilla ducha. Aunque en realidad hace tiempo que los ódradeks han dejado de sorprenderme (del mismo modo que dejó de sorprenderme el carácter bípedo del ser humano o el color rojo de un Ferrari). Sencillamente porque la naturaleza y la esencia del ódradek es la maravilla.

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