viernes, 4 de septiembre de 2009

Un nuevo amanecer

Mi nombre... Bueno, en realidad me llamo Adolfo Domínguez. Sí señores, no es ninguna broma. Como el famoso diseñador de moda. Pero eso no es importante. Lo relevante es que no estoy solo. A lo largo de la historia ha habido muchos como yo, casi todos olvidados. Yo apenas soy capaz de recordar media docena de nombres que pudieran pertenecer a mi estirpe. El mundo, hay que reconocerlo, no estaba preparado para reconocerlos. O quizás eran ellos los que no estaban adaptados al mundo que les había tocado. Imaginen una especie delicada, al borde siempre de la extinción, pero que logra sobrevivir a pesar de todas las dificultades. El medio que la rodea es tan hostil que debe cuidar sus movimientos, sus apariciones, so pena de morir de inanición o ser depredada por las especies más fuertes y mejor adaptadas. Así ha sido la estirpe a la que pertenezco. Imaginen sin embargo que el medio exterior cambia, que por alguna razón tanto el clima como la temperatura empiezan a beneficiar a esa especie tan delicada y a disminuir las fuerzas y capacidades del resto. Entonces nosotros, los débiles, los inadaptados, podemos salir al fin a la luz de un sol (el de este mediodía, por ejemplo) que por primera vez nos parece reconfortante, convencidos de que ese mundo nuevo que se abre ante nosotros es el nuestro, el mundo que tanto habíamos esperado. Decidme entonces, mis semejantes, si no habríamos de celebrar este nuevo Génesis.

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