jueves, 10 de diciembre de 2009

Sobre el virtuosismo

Pienso que es virtuoso aquél que logra hacer su virtud inaprensible. El virtuoso abandona la naturaleza para llegar a una segunda naturaleza. Es como un animal que practicase mucho y que al final lograse comportarse como un ser humano. Y nadie notase la diferencia. Uno escucha tocar a Glenn Gould y le parece que ésa es la manera natural de tocar un piano, la manera en que debería sonar un piano si uno se sentase delante y acariciase sus teclas. Uno mira un cuadro de Vermeer y le parece que así debería pintar cualquiera que pusiese en sus manos una paleta llena de colores primarios. Uno mira los movimientos de Susan y piensa que ésa es la manera en la que todos debiéramos desplazarnos. Yo vi a Philippe Petit caminar sobre un cable de acero y pensé que cualquiera podría subirse y caminar así, como si uno pasease tranquilamente por la avenida de una gran ciudad, pero con las manos extendidas, como los niños que corren y abren los brazos y creen que así echarán a volar. Me subí a uno de esos cables y me caí. Descubrí que los virtuosos nos engañan, que no hay nada natural en lo que hacen, que había que trabajar mucho para llegar a esa doble naturaleza que se parece mucho a la primera, pero que es distinta. Aprendí la lección y ahora practico el funambulismo con los pies en la tierra. Puede que al observarme les parezca fácil. Que piensen que cualquiera podría hacerlo. Inténtenlo si pueden. Les digo.

1 comentario:

Joaquín dijo...

Virtuoso en ser uno mismo. O más virtuosismo aún, en no serlo.

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