lunes, 30 de noviembre de 2009

Factor 40

El calor es a veces insoportable. Apocalíptico, podría decirse. A veces pueblan el cielo bandadas de aves, camino de no sé dónde. Vuelan en formación, dibujando una flecha sobre el azul del cielo, marcando una dirección, como si con ello pretendieran convencer a los que las observamos desde tierra que la vida tiene un sentido preciso. El agua, sin embargo, me dice Susan, sigue estando fría. Estamos en pleno mes de julio, pero la temperatura del agua no se corresponde exactamente con la que uno esperaría encontrar. El agua tiene un ritmo distinto al de la tierra o el cielo. Los relojes que marcan el tiempo del mundo no funcionan al unísono. Nadie los sincronizó. A pesar del calor, a veces una simple racha de viento da a entender que la primavera no se marchó del todo. O que el otoño anda agazapado a la espera de imponer su dominio. Deduzco entonces que no existe el verano, como tampoco existe el tiempo. El verano es una abstracción de la que uno tiene que protegerse usando crema solar (factor 40, siendo precisos).

Por la tarde, en la playa, mientras Susan se da un baño y yo la contemplo de pie sobre la arena, calzado con mis zapatillas de funambulista, una escuadrilla de aviones hiende el cielo con sus motores a reacción. Es la Patrulla Águila. Aprovechan la calma de la estación para ejercitarse con sus acrobacias en el aire. Hoy ensayan la formación en punta de flecha. Algo similar a lo que había visto por la mañana. A diferencia de lo que ocurre con las aves, la flecha no apunta en una única dirección. La flecha de la Patrulla Águila cambia continuamente de dirección a velocidad supersónica. Como una banda de pájaros desorientados, sin saber muy bien qué camino elegir.

2 comentarios:

Joaquin dijo...

Existimos en un hemisferio. Resulta difícil, sin embargo, saber en cual te has levantado cada mañana. La tierra sigue girando, como una ruleta de feria. El dia es el pren¡mio que hoy te ha tocado

hautor dijo...

Hermoso poema, Joaquín.

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